La reflexión que quisiera compartir hoy no es como las de costumbre, es quizás un tanto metódica, triste y desalentadora, pero no deja de ser una realidad que muchos a diario o en alguna ocasión específica debemos afrontar:
Estando en plena batalla por lograr una meta, el hecho de saber cómo y cuándo recoger nuestras armas, cuándo es el momento o la hora justa de retirarnos y sobre todo no mirar hacia atrás.
Alguna vez te has cansado/a de luchar por algo? Por alguien?
Es nostálgico, triste, desgarrador porque quizás no verás los resultados deseados a pesar de tu empeño, dedicación y esfuerzo por hacer que las cosas sucedan.
Y lo peor, cuando sabes que te has levantado día tras día y durante mucho tiempo con el pensamiento de que va a suceder y que las cosas van a funcionar... mas no es así.
Es grato luchar por algo, por una causa, por un puesto de trabajo, por un amor incluso, pero cuando ves que estás solo/a y te sientes desamparado/a en ello, crees que vale la pena continuar?
Sopesa bien cuán lejos puedes llegar y cuán fuerte es tu resistencia.
Vale la pena seguir? O tal vez es hora de despertar?
Muchas veces es mejor tratar de olvidar, buscar nuevos horizontes y luchar por ellos. Ocupar nuestro tiempo de nuevas actividades, tratar de incluir a gente nueva en nuestro panorama y vivir la vida de la mejor forma posible.
No siempre nuestros deseos van a cumplirse. Estemos al tanto de ello, de lo contrario viviremos muchos desengaños.
Y comparto finalmente algo que leí el otro día y que me llegó:
Vive la vida con un mínimo de expectativas, las menos posibles, así sufrirás menos decepciones y habrán más sorpresas gratas.
Y es muy cierto.